viernes, 27 de marzo de 2015

Sitios para descargar libros gratis y en forma legal

Bibliotecas virtuales que ofrecen obras con derechos caducados, iniciativas de divulgación y recopilaciones que se valen de las licencias abiertas, con espacio para autores inéditos y también consagrados; son una opción para encontrar literatura digital

Por Uriel Bederman | Para LA NACION

En contramarcha a un estudio divulgado recientemente en The Washington Post, el cual sorpresivamente reveló que muchosnativos digitales prefieren los libros físicos antes que sus versiones electrónicas, la lectura en e-readers y tabletas ha crecido en forma exponencial durante la última década. Los usuarios de teléfonos inteligentes también participan en este movimiento, gracias a la llegada de smartphones con pantallas que ya superan las 5 pulgadas y se postulan como dignas plataformas para la lectura.

En México, funcionarios de cultura decidieron agregar la lectura digital como variable en una encuesta que se realizará este año entre los lectores, con el fin de aplicar una perspectiva más ajustada a los tiempos que corren. Encuestas anteriores se mantuvieron en un mismo promedio (2.9 libros al año por persona); según los responsables de la estadística, el nulo crecimiento se explica por no haber evaluado que las tecnologías digitales han perforado directamente en médula de los lectores.

GRATIS Y TAMBIÉN LEGAL

Que un contenido se gratis no es necesariamente sinónimo de piratería. Los amantes del cuento, la novela y la poesía pueden dar con un buen número de bibliotecas virtuales que ofrecen volúmenes que aunque son gratis no vulneran su copyright.

Proyecto Gutenberg es un ejemplo clásico. Creada en la década del '70, esta plataforma ostenta un amplio catálogo de libros para descargar (más de 45 mil), disponibles en diversos formatos, EPUB, Kidle, HTML, texto plano, etc. Las obras son de dominio público, por autorización de los autores o por derechos que caducaron. Si bien la mayor parte de los libros está en inglés, el certero buscador del sitio arroja unos cientos de resultados en español; el Martín Fierro de José Hernández entre ellos.

Los libros digitales, en general disponibles como ePub o PDF, sirven para leer en tabletas, teléfonos y lectores tipo Kindle. 

Otra fuente es Wikisource, una iniciativa impulsada por la misma fundación que está detrás de la célebre enciclopedia online Wikipedia. También ofrece textos con derecho de copia libre, con cosas poco conocidas y otras más populares, con clásicos de la literatura argentina como Cuentos de amor, de locura y de muerte de Horacio Quiroga, El hombre mediocre de José Ingenieros, y los cuentos de Fray Mocho, entre otras. También la Biblioteca Virtual Cervantes tiene muchísimo material disponible de autores españoles e hispanoamericanos.

El Colectivo, una editorial con sede en Buenos Aires, afirma que los volúmenes de su catálogo son "libros libres" en la creencia que "el conocimiento debe poder circular y compartirse como patrimonio cultural de los pueblos". En su sitio web es posible acceder al catálogo que incluye ensayos, narrativa y poesía, entre otros géneros, e ir sin intermediarios a una versión gratis de cada una de las obras en formato PDF, y publicada bajo licencia Creative Commons (permite la libre distribución y uso no comercial, sin dejar de mencionar la fuente). Otras editoriales como Traficantes de Sueños y Bubok emprenden estrategias similares (y también tienen libros con precio de tapa).

Bajo esta misma modalidad funciona ManyBooks.net, con una librería de casi 30 mil títulos (unos 250 títulos en español) y formatos compatibles con Kindle, Nook y iPad, entre otros lectores. El sitio agrega recomendaciones y reseñas escritas por los visitantes.

En Libroteca.net también ofrecen libros en español, lo mismo que que The Internet Archive en su apartado de textos, LibroDot, Ganso y Pulpo y Libroteca son otros espacios en los cuales es posible dar con libros gratuitos y de descarga legal, en un terreno en el que también se anotan las grandes compañías. Con algo de destreza en la búsqueda, también es posible dar con obras sin costo en Amazon, Play Books y iTunes. De hecho, Hundred ceros monitorea los títulos gratis en Amazon. En El Club del ebook también hay una lista de alternativas para descargar libros sin cargo.

¿Y si buscamos títulos tradicionales (y pagos) pero en versión electrónica? Varias de las librerías locales ofrecen la opción de comprar un ebook, lo mismo que las tiendas de Amazon, Apple o Google; en esta nota listamos algunas de las alternativas disponibles en la Argentina..

[De: http://www.lanacion.com.ar/1777841-sitios-para-descargar-libros-gratis-y-en-forma-legal]

miércoles, 11 de marzo de 2015

Federico García Lorca y Leonard Cohen

 

Leonard Norman Cohen, nacido en Montreal el 21 de septiembre de 1934 es un poeta, escritor, músico y cantante.

Desde 1948, asistió a Westmount High School, donde se involucró en el consejo de estudiantes y estudió música y poesía. Comenzó a interesarse al poco tiempo en la poesía de Federico García Lorca, y durante su adolescencia, aprendió a tocar la guitarra y formó The Buckskin Boys, un grupo de country-folk. Aunque comenzó tocando una guitarra acústica, pronto pasó a tocar una guitarra clásica tras conocer a un joven guitarrista español que le enseñó «unos cuantos acordes y un poco de flamenco».

En octubre del 2011, recibió en Oviedo el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. En su discurso al recibir el premio, Cohen hizo referencia a la influencia española en su obra, especialmente a las enseñanzas de un guitarrista español, al dramaturgo Federico García Lorca y a la guitarra española Conde que posee desde finales de la década de 1960. En esa oportunidad dijo en rueda de prensa que Lorca fue el poeta que “más influyó en mi juventud. Fue el primer poeta que me invitó a vivir en su mundo”. El mundo del granadino pasó a ser, en parte, también el mundo del canadiense.Tras aceptar el premio, el músico donó los 50 000 euros del premio a la Universidad de Oviedo para impulsar una cátedra en su nombre.

 

La letra de "Take this Waltz" (álbum I'm your Man, 1988), es una adaptación del poema "Pequeño vals vienés", de Federico García Lorca.La canción ha sido interpretada por Enrique Morente y Lagartija Nick, en su álbum Omega (1996), y por Ana Belén en su álbum Lorquiana (1998).

La hija de Leonard se llama Lorca Cohen en honor al poeta granadino.

Poema de García Lorca

En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hay un salón con mil ventanas.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada.


Este vals, este vals, este vals,
de sí, de muerte y de coñac
que moja su cola en el mar.


Te quiero, te quiero, te quiero,
con la butaca y el libro muerto,
por el melancólico pasillo,
en el oscuro desván del lirio,
en nuestra cama de la luna
y en la danza que sueña la tortuga.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals de quebrada cintura.


En Viena hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados.
Hay frescas guirnaldas de llanto.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals que se muere en mis brazos.


Porque te quiero, te quiero, amor mío,
en el desván donde juegan los niños,
soñando viejas luces de Hungría
por los rumores de la tarde tibia,
viendo ovejas y lirios de nieve
por el silencio oscuro de tu frente.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals del “Te quiero siempre”.


En Viena bailaré contigo
con un disfraz que tenga
cabeza de río.
¡Mira qué orilla tengo de jacintos!
Dejaré mi boca entre tus piernas,
mi alma en fotografías y azucenas,
y en las ondas oscuras de tu andar
quiero, amor mío, amor mío, dejar,
violín y sepulcro, las cintas del vals.

 

Adaptación de Leonard Cohen, en inglés y traducida

Now in Vienna there are ten pretty women
There's a shoulder where Death comes to cry
There's a lobby with nine hundred windows
There's a tree where the doves go to die
There's a piece that was torn from the morning,
And it hangs in the Gallery of Frost.


Take this waltz, take this waltz
Take this waltz with the clamp on its jaws
I want you, I want you, I want you
On a chair with a dead magazine
In the cave at the tip of the lilly,
In some hallway where love's never been
On a bed where the moon has been sweating,
In a cry filled with footsteps and sand.


Take this waltz, take this waltz
Take its broken waist in your hand.


This waltz, this waltz, this waltz, this waltz
With its very own breath of brandy and Death
Dragging its tail in the sea.


There's a concert hall in Vienna
Where your mouth had a thousand reviews
There's a bar where the boys have stopped talking
They've been sentenced to death by the blues
Ah, but who is it climbs to your picture
With a garland of freshly cut tears?


Take this waltz, take this waltz
Take this waltz, it's been dying for years.


There's an attic where children are playing,
Where I've got to lie down with you soon,
In a dream of Hungarian lanterns,
In the mist of some sweet afternoon
And I'll see what you've chained to your sorrow,
All your sheep and your lillies of snow.


Take this waltz, take this waltz
With its "I'll never forget you, you know!"


This waltz, this waltz, this waltz, this waltz
With its very own breath of brandy and Death
Dragging its tail in the sea.


And I'll dance with you in Vienna
I'll be wearing a river's disguise
The hyacinth wild on my shoulder,
My mouth on the dew of your thighs
And I'll bury my soul in a scrapbook,
With the photographs there, and the moss
And I'll yield to the flood of your beauty
My cheap violin and my cross
And you'll carry me down on your dancing
To the pools that you lift on your wrist
O my love, o my love
Take this waltz, take this waltz
It's yours now. It's all that there is.


Ahora en Viena hay diez preciosas mujeres.
Hay un hombro sobre el que la muerte llora.
Hay un hall de entrada con novecientas ventanas.
Hay un árbol, al que las palomas van a morir.
Hay un trozo que fue separado de la mañana.
Y está colgado en la Galería del Hielo.
Ay, Ay, Ay, Ay
Toma este vals, toma este vals.
Toma este vals con la mordaza de sus mandíbulas.

Oh te quiero, te quiero, te quiero.
En una silla con una revista muerta.
En una cueva, con el trozo de un lirio.
En algunos pasillos donde el amor
nunca ha estado.
En una cama donde la Luna ha sudado.
En un sollozo lleno de pisadas y arena.
Ay, Ay, Ay, Ay
Toma este vals, toma este vals.
Toma su cintura rota en tu mano.

Este vals, este vals, este vals, este vals.
Con su aliento a brandy y a muerte.
Arrastrando su sobra hacia el mar.

Hay una sala de conciertos en Viena
donde tu boca fue mil veces comentada.
Hay un bar donde los chicos han dejado de hablar,
condenados a muerte por el blues.
Ah, pero ¿quién se sube a tu imagen
con una guirnalda de lágrimas recién cortadas?
Ay, Ay, Ay, Ay
Toma este vals, toma este vals.
Toma este vals que ha estado muriendo durante años.

Hay un ático donde los niños están jugando.
¿Dónde tendré que acostarme contigo?
En un sueño de linternas húngaras
entre la niebla de una dulce tarde.
Y veré lo que has encadenado a tu desdicha
Todas tus ovejas y tus lirios de nieve.
Ay, Ay, Ay, Ay
Toma este vals, toma este vals.
Con su “yo nunca te olvidaré, ya sabes”.

Este vals, este vals, este vals, este vals…

Y bailaré contigo en Viena
Llevaré un disfraz de río.
El jacinto silvestre en mi hombro.
Mi boca en el rocío de tus muslos.
Y enterraré mi alma en un libro de recuerdos,
con las fotografías allí y el moho.
Y me rendiré ante la inundación de tu belleza.
Mi violín barato y mi cruz.
Y tú me llevarás hacia abajo con tu baile,
a las piscinas que levantas en tu muñeca.
Oh mi amor, oh mi amor.
Toma este vals, toma este vals.
Es tuyo ahora. Es todo lo que hay.

martes, 10 de marzo de 2015

Vuelta a la ciudad - New York - Oficina y denuncia

A Fernando Vela

Debajo de las multiplicaciones
hay una gota de sangre de pato.
Debajo de las divisiones
hay una gota de sangre de marinero.
Debajo de las sumas, un río de sangre tierna.
Un río que viene cantando
por los dormitorios de los arrabales,
y es plata, cemento o brisa
en el alba mentida de New York.
Existen las montañas, lo sé.
Y los anteojos para la sabiduría,
Lo sé. Pero yo no he venido a ver el cielo.
Yo he venido para ver la turbia sangre,
la sangre que lleva las máquinas a las cataratas
y el espíritu a la lengua de la cobra.
Todos los días se matan en New York
cuatro millones de patos,
cinco millones de cerdos,
dos mil palomas para el gusto de los agonizantes,
un millón de vacas,
un millón de corderos
y dos millones de gallos
que dejan los cielos hechos añicos.
Más vale sollozar afilando la navaja
o asesinar a los perros
en las alucinantes cacerías
que resistir en la madrugada
los interminables trenes de leche,
los interminables trenes de sangre,
y los trenes de rosas maniatadas
por los comerciantes de perfumes.
Los patos y las palomas
y los cerdos y los corderos
ponen sus gotas de sangre
debajo de las multiplicaciones;
y los terribles alaridos de las vacas estrujadas
llenan de dolor el valle
donde el Hudson se emborracha con aceite.
Yo denuncio a toda la gente
que ignora la otra mitad,
la mitad irredimible
que levanta sus montes de cemento
donde laten los corazones
de los animalitos que se olvidan
y donde caeremos todos
en la última fiesta de los taladros.
Os escupo en la cara.
La otra mitad me escucha
devorando, orinando, volando en su pureza
como los niños en las porterías
que llevan frágiles palitos
a los huecos donde se oxidan
las antenas de los insectos.
No es el infierno, es la calle.
No es la muerte, es la tienda de frutas.
Hay un mundo de ríos quebrados
y distancias inasibles
en la patita de ese gato
quebrada por el automóvil,
y yo oigo el canto de la lombriz
en el corazón de muchas niñas.
Óxido, fermento, tierra estremecida.
Tierra tú mismo que nadas
por los números de la oficina.
¿Qué voy a hacer?, ¿ordenar los paisajes?
¿Ordenar los amores que luego son fotografías,
que luego son pedazos de madera
y bocanadas de sangre?
San Ignacio de Loyola
asesinó un pequeño conejo
y todavía sus labios gimen
por las torres de las iglesias.
No, no, no, no; yo denuncio.
Yo denuncio la conjura
de estas desiertas oficinas
que no radian las agonías,
que borran los programas de la selva,
y me ofrezco a ser comido
por las vacas estrujadas
cuando sus gritos llenan el valle
donde el Hudson se emborracha con aceite.