domingo, 24 de abril de 2016

Un tal Shakespeare, lector de Cervantes

Centenario. A cuatro siglos de la muerte de Shakespeare, Carlos Gamerro lo convierte en un personaje de ficción atrapante en “Cardenio”, su nueva novela.

Por Jorgelina Nuñez
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Estamos hechos de Shakespeare. Nuestra cultura hasta tal punto está modelada sobre las propuestas shakespeareanas que sin ellas no nos entenderíamos a nosotros mismos ni al mundo en que vivimos.” Esto dice Carlos Gamerro apenas se le pregunta por qué leer a Shakespeare hoy. Y enseguida da ejemplos de su afirmación. “El paradigma de amor romántico que Hollywood reproduce hasta el hartazgo lo inventa Shakespeare con Romeo y Julieta, antes de eso lo que se daba era el amor cortés. La narración cinematográfica tiene muchísimo que ver con Shakespeare. De hecho, la estructura de una obra de Shakespeare, con su sucesión de cambios de locaciones y el vértigo de escenas tiene más que ver con el cine que con el teatro. Por eso Shakespeare da muy bien en el cine. Además, su teatro tiene una flexibilidad que no tiene ningún otro en toda la historia. Se lo puede representar en Africa o en Asia con igual validez.” La pasión de Gamerro por la obra del inglés no es nueva. Ha traducido algunas de sus piezas teatrales, ha escrito ensayos y ha dictado y dicta cursos sobre su obra. Pero no se detiene allí. Acaba de sorprender a sus lectores con la publicación de Cardenio , una singularísima y divertida novela que tiene a William Shakespeare como a uno de sus protagonistas.

–¿De dónde sacaste la idea de la novela?

–A los veintitantos estaba leyendo por segunda vez Don Quijote para la facultad, y vi una nota al pie, en la edición de Martín de Riquer. Cuando llega a la historia de Cardenio y Luscinda, incluida en la primera parte del Quijote , Riquer decía que con este tema Shakespeare había escrito una obra hoy perdida que se llamó Cardenio . Fue ver eso y decirme “algo voy a hacer con esto algún día”.

–¿Y cómo es tu Cardenio?

–Es como una novela de Puig que transcurre en el siglo XVII: funciona por montaje de fragmentos, de escenas con diálogos, de cartas y poemas. Y, como en las novelas de Puig, tampoco hay narrador.

Para disipar la curiosidad del lector, digamos que la trama se sitúa en Londres, en la segunda década del 1600. La popular pareja de autores teatrales compuesta por John Fletcher y Francis Beaumont está a punto de romperse cuando el segundo decide irse de Londres para casarse con una rica heredera. No abandonará solamente la ciudad, también a su socio en la escritura y en el lecho, pues ambos comparten muchacha y casa. Urgido por sus compromisos teatrales, Fletcher le pide a un Shakespeare en su ocaso que lo ayude con la historia que tiene en mente y que no es otra que una versión de aquella que leyó en el Quijote .

–¿Cómo era el intercambio entre la literatura inglesa y la española?

–La circulación entre España e Inglaterra tenía una sola dirección: los ingleses leían mucho a los españoles, pero estos no leían nada de los ingleses. Tal vez por eso los ingleses les ganaron la guerra: conociendo al enemigo. Una digresión: en los 70, Estados Unidos y Europa leían lo que se escribía en Latinoamérica porque éramos un peligro revolucionario potencial, así como ahora se busca leer al Medio Oriente. Pero volviendo al siglo XVII, las referencias al Quijote son muchísimas en la época, sobre todo en la obra de Beaumont y Fletcher antes de Cardenio . Es bastante verosímil la posibilidad de que la obra de Cervantes le haya llegado a Shakespeare a través de Fletcher. Y es muy probable que Fletcher haya leído el Quijote en español. Thomas Shelton, un irlandés que vivía en España, tradujo la primera parte, que se publicó en 1612. En ese momento, Inglaterra producía todo tipo de géneros salvo novelas. Tampoco tenían una sólida escritura en prosa; eso les viene de España. Y mi Cardenio trata de eso: de cómo ellos leen la novela de Cervantes e intentan expresarla a través de los géneros que conocen, sobre todo la poesía y el teatro. La mía es una novela sobre la traducción de las lenguas y también sobre la apropiación de una cultura por parte de otra, algo propio del Renacimiento y el Barroco.

–Representar ese mundo te debió haber obligado a una serie de decisiones estéticas...

–La primera fue la del lenguaje. Mi punto de partida lingüístico fue la traducción de Shelton (que curiosamente no conseguí en Inglaterra, sino en la biblioteca cervantina de Azul). Mi idea era usar el español de Cervantes traducido al inglés jacobino, el de la época de Shakespeare. La primera versión de la novela la escribí en inglés. Y luego la reescribí en algo así como el español de Cervantes. Los sonetos de Shakespeare que aparecen en la novela los traduje yo mismo, tratando de que sonaran como los de Góngora o Quevedo. Fue un trabajo artesanal destinado a moverme con alguna soltura en ese mundo. Durante un tiempo viví de una manera rarísima: cargué las obras de Shakespeare en mi Ipod y las escuchaba todo el día. Luego hice lo mismo con el Quijote , para ver si ese lenguaje se me hacía familiar. La segunda decisión fue que no hubiera narrador y que el lector fuera el encargado de reponer los vacíos. Es la primera novela que escribo con personajes históricos, pero de los que se sabe muy poco. Sobre ellos yo tenía islotes fácticos comprobados, y luego imaginé algo compatible con esa información.

–En tu ficción, Shakespeare no es el personaje principal, va entrando de a poco y ganando espacio.

–El protagonista es Fletcher, el hombre que escribió con Shakespeare. Que Shakespeare fuera el personaje principal era mucho más obvio, más peligroso o pedante, si se quiere. Ese error ya lo cometió Anthony Burgess, en su novela Nothing like the sun –título de uno de los sonetos de Shakespeare–, que trata de meterse en la cabeza de Shakespeare y le sale muy mal. En cambio, charlar con él puede hacerlo cualquiera. Además me fascinó la idea de un escritor un poco comercial (Beaumont y Fletcher escribieron muchas obras juntos y eran bastante mediocres), colaborando con el más grande de todos.

–También es una novela sobre la amistad.

–De principio a fin. La historia cervantina de Cardenio también es una obra sobre la amistad y ni hablar de la de Don Quijote y Sancho. Cuando Beaumont rompe la sociedad para casarse con una rica heredera, Fletcher empieza a escribir con Shakespeare, pero lo hace un poco a su pesar. La amistad es un tema que, a diferencia del amor, no ha sido tan colonizado por el consumo.

–¿Fletcher era un autor mediocre?

–A nivel poético y dramático, sí. Pero en lo político, era moderno. Además pertenecía a la generación posterior a la de Shakespeare, con otra sensibilidad. Por otra parte, Beaumont y Fletcher representaban la nueva ola, estaban imponiendo una tendencia en el teatro, de la cual el propio Shakespeare no fue ajeno, sobre todo en sus últimos romances, como Sueño de una noche de verano o La tempestad . Ellos escribían para un teatro con capacidad para dos mil o tres mil personas y había que llenarlo y mantenerlo atractivo con nuevas obras. Y Shakespeare, que era un genio, también sabía adónde iba el mercado, un poco como Hitchcock.

–¿El teatro de Shakespeare era masivo?

–Completamente, iban a verlo todas las clases, incluso las analfabetas. Hay que tener en cuenta que la sociedad de esa época tampoco tenía otras distracciones o entretenimientos. ¿Qué podían ver? La corridas de un toro o un oso para que los perros lo destrozaran, y las ejecuciones. Si el teatro era tan violento era porque tenía que competir con esos espectáculos de sangre.

–Otro aspecto de tu novela tiene que ver con la profesionalización del escritor.

–Y con la liberación del mecenazgo y la protección de la nobleza. Los teatros eran empresas capitalistas: la plata salía de las entradas y por eso había que llenar el teatro. Las obras se representaban tres o cuatro veces y luego eran reemplazadas por otras nuevas. Creo que es por esa tradición que el teatro inglés todavía mantiene su vigor.

–¿Escribir en colaboración respondía a esa necesidad?

–¡Como los guionistas de ahora! Shakespeare y Ben Johnson son la excepción: escribían mayormente solos. Pero su compañía estaba conformada como un grupo de accionistas, entre los que estaba Shakespeare. Funcionaba de manera orgánica con un equipo de actores, en su propio teatro. Algo que les daba mucha libertad. Shakespeare escribía para sus actores, sabiendo quién iba a interpretar qué, conociendo sus fortalezas y sus debilidades.

En la conversación reaparece, como un ritornello , la extraordinaria vigencia del poeta inglés, sobre la que Gamerro ofrece un último ejemplo iluminador. “Llevado a nuestra época y a nuestros dramas –dice–, la figura de Hamlet es una piedra de toque para abordar el conflicto de los hijos de los desaparecidos. ¿No podríamos leer en el fantasma del padre que regresa para decirle a su hijo: vas a dedicar tu vida a mi memoria y a vengarme, una metáfora casi literal de nuestra tragedia? Si hay una nueva época, ella te obliga a hacer una relectura de Shakespeare; si no, no es una época nueva. Y con el Quijote pasa lo mismo. Son obras y autores que de ninguna manera te podés saltear.”

sábado, 23 de abril de 2016

Shakespeare y Cervantes, dos lenguas y un mismo tiempo

Cuarto centenario. Coincidencias en las biografías al conmemorarse el aniversario de sus muertes

Con erudición, el designado director de la Biblioteca Nacional, Alberto Manguel, analiza a estos genios literarios.

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Shakespeare. Nunca fue reconocido en vida.

Por Alberto Manguel. Escritor y ensayista.

Nuestra aptitud para ver constelaciones de estrellas distantes entre sí y por lo general muertas se vuelca en otras áreas de nuestra vida sensible. Agrupamos en una misma cartografía imaginaria hitos geográficos disímiles, hechos históricos aislados, personas cuyo solo punto común es un idioma o un cumpleaños compartido. Creamos así circunstancias cuya explicación puede ser encontrada solo en la astrología o la quiromancia, y a partir de estos embrujos intentamos responder a viejas preguntas metafísicas sobre el azar y la fortuna. El hecho de que las fechas de William Shakespeare y Miguel de Cervantes casi coincidan hace que no solo asociemos a estos dos personajes singulares en obligatorias celebraciones oficiales, sino que busquemos en estos seres tan diferentes una identidad compartida.

Desde un punto de vista histórico, sus realidades fueron notoriamente distintas. La Inglaterra de Shakespeare transitó entre la autoridad de Isabel y la de Jaime, la primera de ambiciones imperiales y la segunda de preocupaciones sobre todo internas. El teatro era un arte menoscabado: cuando Shakespeare murió, después de haber escrito algunas de las obras imprescindibles para nuestra imaginación, no hubo ceremonias oficiales en Stratford-upon-Avon, ninguno de sus contemporáneos escribió su elegía, y nadie en Inglaterra propuso que fuese sepultado en la abadía de Westminster, donde yacían los escritores célebres como Spencer y Chaucer. Shakespeare era hijo de un carnicero y de adolescente le gustaba recitar poemas ante los azorados matarifes. Fue actor, empresario teatral, recaudador de impuestos (como Cervantes) y no sabemos con certeza si alguna vez viajó al extranjero. La primera traducción de una de sus obras apareció en Alemania en 1762, casi siglo y medio después de su muerte.

Cervantes vivió en una España que extendía su autoridad en la parte del Nuevo Mundo que le había sido otorgado por el Tratado de Tordesillas, con la cruz y la espada, degollando un “infinito número de ánimas”, dice el padre Las Casas, para “henchirse de riquezas en muy breves días y subir a estados muy altos y sin proporción de sus personas”. Por medio de sucesivas expulsiones de judíos y árabes, y luego de conversos, España había querido inventarse una identidad cristiana pura, negando la realidad de sus raíces entrelazadas. En tales circunstancias, el Quijote resulta un acto subversivo, con la entrega de la autoría de lo que será la obra cumbre de la literatura española a un moro, Cide Hamete, y con el testimonio del morisco Ricote denunciando la infamia de las medidas de expulsión. Miguel de Cervantes (nos dice él mismo) “fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo. Perdió en la batalla de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa”. Tuvo comisiones en Andalucía, fue recaudador de impuestos (como Shakespeare), padeció cárcel en Sevilla, fue miembro de la Congregación de Esclavos del Santísimo Sacramento y más tarde novicio de la Orden Tercera. Su Quijote lo hizo tan famoso que cuando escribió la segunda parte pudo decir al bachiller Carrasco “que tengo para mí que el día de hoy están impresos más de doce mil libros de tal historia; si no, dígalo Portugal, Barcelona y Valencia, donde se han impreso; y aún hay fama que se está imprimiendo en Amberes, y a mí se me trasluce que no ha de haber nación ni lengua donde no se traduzca”.

La lengua de Shakespeare había llegado a su punto más alto. Confluencia de lenguas germánicas y latinas, el riquísimo vocabulario del inglés del siglo XVI permitió a Shakespeare una extensión sonora y una profundidad epistemológica asombrosas. Cuando Macbeth declara que su mano ensangrentada “teñiría de carmesí el mar multitudinario, volviendo lo verde rojo”, los lentos epítetos multisilábicos latinos son contrapuestos a los bruscos y contundentes monosílabos sajones, resaltando la brutalidad del acto. Instrumento de la Reforma, la lengua inglesa fue sometida a un escrutinio severo por los censores. En 1667, en la Historia de la Royal Society, el obispo Sprat advirtió de los seductores peligros que ofrecían los extravagantes laberintos del barroco y recomendó volver a la primitiva pureza y brevedad del lenguaje. A pesar de los magníficos ejemplos de barroco inglés —sir Thomas Browne, Robert Burton—, la Iglesia anglicana prescribía exactitud y concisión que permitiría a los elegidos el entendimiento de la Verdad Revelada, tal como lo había hecho el equipo de traductores de la Biblia por orden del rey Jaime. Shakespeare, sin embargo, logró ser milagrosamente barroco y exacto, expansivo y escrupuloso al mismo tiempo. La acumulación de metáforas, la profusión de adjetivos, los cambios de vocabulario y de tono profundizan y no diluyen el sentido de sus versos. El quizás demasiado famoso monólogo de Hamlet sería imposible en español puesto que este exige elegir entre ser y estar. En seis monosílabos ingleses el Príncipe de Dinamarca define la preocupación esencial de todo ser humano; Calderón, en cambio, requiere 30 versos españoles para decir la misma cosa.

El español de Cervantes es despreocupado, generoso, derrochón. Frase tras frase, párrafo tras párrafo, es en fluir de las palabras que recorremos los caminos de su España polvorienta y difícil, y seguimos las violentas aventuras del héroe justiciero, y reconocemos a los personajes vivos de Don Quijote y Sancho. Las inspiradas y sentidas declaraciones del primero y las vulgares y no menos sentidas palabras del segundo cobran vigor dramático en el torrente verbal que las arrastra. De manera esencial, la máquina literaria entera del Quijote es más verosímil, más comprensible, más vigorosa que cualquiera de sus partes. Las citas cervantinas extraídas de su contexto parecen casi banales; la obra completa es quizás la mejor novela jamás escrita, y la más original.

Si queremos dejarnos llevar por nuestro impulso asociativo, podemos considerar a estos dos escritores como opuestos o complementarios. Podemos verlos a la luz (o a la sombra) de la Reforma uno, de la Contrarreforma el otro. Podemos verlos el uno como maestro de un género popular de poco prestigio y el otro como maestro de un género popular prestigioso. Podemos verlos como iguales, artistas ambos tratando de emplear los medios a su disposición para crear obras iluminadas y geniales, sin saber que eran iluminadas y geniales.

¿Se conocieron, estos dos monstruos? Podemos sospechar que Shakespeare tuvo noticias del Quijote y que lo leyó o leyó al menos el episodio de Cardenio que luego convirtió en una pieza hoy perdida: Roger Chartier ha investigado esta tentadora hipótesis. Probablemente no, pero si lo hicieron, es posible que ni Cervantes ni Shakespeare reconociese en el otro a una estrella de importancia universal, o que simplemente no admitiese otro cuerpo celeste de igual intensidad y tamaño en su órbita. Cuando Joyce y Proust se encontraron, intercambiaron tres o cuatro banalidades, Joyce quejándose de sus dolores de cabeza y Proust de sus dolores de estómago. Quizás con Shakespeare y Cervantes hubiese ocurrido algo similar.

Copyright El País, Madrid

Año Cervantes

Un Colón con espíritu cervantino

Con tres conferencias magistrales sobre “Don Quijote de la Mancha”, el Teatro Colón abrirá la celebración del Año Cervantes. Será el día martes 26 de abril, cuando el Director del Ballet Estable del Teatro Colón, Maximiliano Guerra, en una conversación con la escritora y periodista Silvia Hopenhayn, presentará su versión de “Don Quijote, el soñador de la Mancha” que interpretará junto al cuerpo del Ballet Estable del Teatro Colón y la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. A continuación, el escritor Federico Jeanmaire (autor de “Una lectura del Quijote”) hablará en una conferencia titulada “Donde se cuenta que, a veces, Don Quijote puede hablar como Sancho y Sancho como Don Quijote”. Al día siguiente, otra vez Hopenhayn disertará sobre el tema “Mujeres del Quijote” y la celebración culminará el jueves 28 de abril, cuando el escritor y traductor Carlos Gamerro (autor de “Cardenio”) exponga su conferencia “William Shakespeare, lector del Quijote”. Las actividades serán libres y gratuitas.

Haceme lo que quieras - La tarde del centauro - Flavia Pantanelli

 

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viernes, 8 de abril de 2016

El Filba homenajeó a Di Benedetto, un merecido reconocimiento en su tierra

LA OBRA DE ANTONIO DI BENEDETTO (1922-1986), ESCRITOR Y PERIODISTA MENDOCINO, FUE PROTAGONISTA DEL FESTIVAL DE LITERATURA CON UNA ACTIVIDAD DE LECTURA Y MÚSICA EN EL CONSEJO DELIBERANTE SANRAFAELINO.

La obra de Antonio Di Benedetto (1922-1986), escritor y periodista mendocino, fue protagonista esta tarde del Festival de Literatura Filba con una actividad de lectura y música que debió realizarse a cubierto en el Consejo Deliberante sanrafaelino, ante el imprevisto temporal de lluvia y piedras que azotó la ciudad pero sin embargo contó con gran concurrencia de jóvenes.


Entrada la tarde, Eduardo Sacheri, Hernán Ronsino, Oliverio Coelho, Gabriel Dalla Torre, Sonnia De Monte, Marcos Martí­nez, Gabriela Massuh y Tálata Rodríguez leí­an en voz alta fragmentos de novelas y algunos relatos del autor de "Zama", acompasados con música de Maximiliano Saltalamacchia y ofreciendo un rompecabezas del variopinto literario de Di Benedetto.


La actividad "Lectura + Música. Di Benedetto en 8 tiempos", abrió una programación que el próximo domingo volverá a girar en torno al escritor en el panel "La palabra que acecha" para reflexionar sobre su trabajo.


Admirado por Borges, Saer y Mujica Laí­nez, el escritor mendocino (1922-1986) marcó con su impronta una tradición narrativa y periodí­stica. Aunque fue celebrado a tiempo por los suyos, su obra perdió el reconocimiento que supo tener hasta quedar, por fuera de lo académico, casi en el olvido. Hace unos años el sello Adriana Hidalgo revirtió esa omisión con la reedición de sus libros.


Secuestrado por la última dictadura militar entre 1976 y 1977, y sin nunca saber la razón exacta de su detención (alguna vez acusó que fue por su cargo como director del diario local Los Andes), Di Benedetto estuvo signado también por una obra muy particular con tí­tulos como "El juicios de Dios" o "Aballay", éste último adaptado al cine y casi a punto de alzarse con un Oscar.


Y aunque junto a Armando Tejada Gómez es de los nombres literarios más reivindicados en Mendoza, para Coelho, Di Benedetto, "al igual que Borges o Cortázar no son representativos de una provincia o una región, sino genios que transforman el paisaje que los rodea".


Un poco de eso también lo piensa Martí­nez, quien leyó los relatos "De cómo nacen los hombres libres" y "El abandono y la pasividad", el último publicado en la edición bilingüe de "Two Stories", cuyo prólogo desliza que "si hubiera sido editado en Francia serí­a parte de la historia universal de la literatura".


A entender de Coelho, la obra de Di Benedeto "porta de un modo sutil todas las preocupaciones metafí­sicas que rodean al hombre. Desde 'Zama' a 'Mundo animal', su universo es espectral y al mismo tiempo ecuánime, como el de Kafka", mientras que Martí­nez rescató la "experimentación literaria pero también la búsqueda por lo popular, como fue la publicación del cuento 'El cariño de los tontos' en la revista Para ti".


Por eso, De Monte desaprobó que "excepto en algunos cí­rculos, no tenga pena ni gloria. Es lamentable -reconoció- pero en Mendoza no es representativo, no es alguien renombrado. Su tumba está en el Panteón de los Periodistas, en un triste subsuelo, y ni siquiera tiene una placa que identifique ese último rincón para sus huesos".


"Su obra, aunque peque yo de adjetivación, es maravillosa, es tristemente grandiosa y por sobre todo exquisitamente humana", definió a Télam De Marco, al tiempo que se preguntó: "¿Cuántos saben lo que Di Benedetto sufrió en la dictadura? ¿Cuántos saben que ese tipo golpeado, encerrado indignamente, es uno de los más grandes escritores universales?".

[De: http://www.telam.com.ar/notas/201604/142486-el-filba-homenajeo-a-di-benedetto-un-merecido-reconocimiento-en-su-tierra.php]

lunes, 4 de abril de 2016

Escritores iberoamericanos crean Zenda, una web literaria de difusión de contenidos

Impulsado por Pérez-Reverte, promete ser un espacio de noticias y encuentros

Lunes 04 de abril de 2016

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Zendalibros, el nombre con el que un grupo de escritores españoles y latinoamericanos bautizaron un espacio literario que difundirá contenidos en la Web y las redes sociales, se presentó en sociedad. Bajo esa denominación apareció el viernes en Twitter (@zendalibros) y en Facebook (Zenda).

Allí se anunció lo que pocas horas después difundió la agencia EFE: que pasado mañana se habilitará el sitio www.zendalibros.com.

Zenda es "un territorio de libros, amigos y aventura", dijo Arturo Pérez-Reverte, editor y cofundador del nuevo espacio digital, "un lugar libre donde encontrarse, un espacio hecho por escritores en el que habrá de todo, desde reseñas de libros interesantes y adelantos editoriales hasta artículos, blogs, entrevistas, críticas literarias, noticias y foros".

Entre los primeros nombres que participarán de este nuevo espacio, figuran los españoles Javier Marías, Luis Mateo Díez, José María Merino y Almudena Grandes, los mexicanos Élmer Mendoza y Xavier Velasco, el argentino Jorge Fernández Díaz y la puertorriqueña Mayra Santos-Febres.

Pérez Reverte dijo a EFE que Zenda toma el nombre de la novela El prisionero de Zenda, de Anthony Hoppe Hawkins, y que "será un excelente puente con América latina". "Todos nos beneficiaremos con esta iniciativa. Cada escritor aportará a Zenda sus lectores, su capital literario, su talento, y, a cambio, recibirá apoyo cuando publique un libro nuevo o tenga algo que contar", añadió. El nuevo espacio literario digital está dirigido por el periodista Leandro Pérez Miguel.

La idea surgió "hace unos seis meses" en conversaciones de Pérez-Reverte con Marías, Merino, Mateo Díez, Almudena Grandes y Lucas, quienes coincidieron en que "el futuro está en Internet y en las redes sociales". Pero, los autores aclararon que "no se trata de competir con nadie ni de quitarles lectores a los suplementos (culturales), sino de crear un lugar más neutral".

Para celebrar su aparición en las redes, pasado mañana Zenda ofrecerá una conversación entre Pérez-Reverte y Marías, un blog de Juan Gómez-Jurado y artículos de Marta Sanz, Fernández Mallo, Élmer Mendoza, Juan Cruz y Sergio Vila-Sanjuán.

Leandro Pérez anticipó que habrá más sorpresas: "un inédito de Luis Mateo Díez, un retrato legendario de García Márquez, un foro, blogs, críticas literarias y la cambiante actualidad literaria".

La idea es que este "territorio literario e internetero", como le gusta llamarlo a su director, reciba a escritores "muy conocidos" junto a autores amateurs o, "simplemente, a gente amante de los libros".

La intención es renovar la Web "continuamente" con contenidos diferentes. Será un proyecto "bastante vivo" y tendrá un carácter hispanoamericano. La literatura del otro lado del Atlántico "estará muy presente", señala Pérez.

Las cosas que perdimos en el fuego–Mariana Enriquez

Las cosas que perdimos en el fuego

Enriquez, Mariana

El mundo de Mariana Enriquez no tiene por qué ser el nuestro, y, sin embargo, lo termina siendo. Bastan pocas frases para pisarlo, respirarlo y no olvidarlo gracias a una viveza emocional insólita. Con la cotidianidad hecha pesadilla, el lector se despierta abatido, perturbado por historias e imágenes que jamás conseguirá sacarse de la cabeza. Las autodenominadas «mujeres ardientes», que protestan contra una forma extrema de violencia doméstica que se ha vuelto viral; una estudiante que se arranca las uñas y las pestañas, y otra que intenta ayudarla; los años de apagones dictados por el gobierno durante los cuales se intoxican tres amigas que lo serán hasta que la muerte las separe; el famoso asesino en serie llamado Petiso Orejudo, que sólo tenía nueve años; hikikomori, magia negra, los celos, el desamor, supersticiones rurales, edificios abandonados o encantados... En estos once cuentos el lector se ve obligado a olvidarse de sí mismo para seguir las peripecias e investigaciones de cuerpos que desaparecen o bien reaparecen en el momento menos esperado. Ya sea una trabajadora social, una policía o un guía turístico, los protagonistas luchan por apadrinar a seres socialmente invisibles, indagando así en el peso de la culpa, la compasión, la crueldad, las dificultades de la convivencia, y en un terror tan hondo como verosímil. Mariana Enriquez es una de las narradoras más valientes y sorprendentes del siglo XXI, no sólo de la nueva literatura argentina a cargo de escritores nacidos durante la dictadura sino de la literatura de cualquier país o lengua. Mariana Enriquez transforma géneros literarios en recursos narrativos, desde la novela negra hasta el realismo sucio, pasando por el terror, la crónica y el humor, y ahonda con dolor y belleza en las raíces, las llamas y las tinieblas de toda existencia.

«El terror, en los cuentos de Mariana Enriquez, se desliza como un jadeo de agua negra sobre baldosas al sol. Como algo imposible que, sin embargo, podría suceder» (Leila Guerriero).

«Su escritura es tan auténtica y perspicaz que consigue evocar una realidad más vívida que la que nos rodea. Todo ello, resultado de su destreza y meticulosidad. La prueba de que nos hallamos ante una escritora de primera clase» (Daniel Gumbiner, McSweeney’s).

Antonio Di Benedetto, el vino y la frontera imprimirán el tono de la nueva edición de Filba Nacional

CON EL CONCEPTO DE FRONTERA EN EL AIRE Y LA HUELLA DE ANTONIO DI BENEDETTO, EL FESTIVAL DE LITERATURA FILBA NACIONAL SE REALIZARÁ DEL 7 AL 10 DE ABRIL EN LA CIUDAD DE SAN RAFAEL, MENDOZA, DONDE DESPLEGARÁ MÁS DE 20 ACTIVIDADES CENTRADAS EN EL INTERCAMBIO ENTRE AUTORES Y LECTORES, A TRAVÉS DE PANELES, CHARLAS Y TALLERES PERO TAMBIÉN CON PROPUESTAS MÁS INFORMALES COMO UNA CATA DE LIBROS, ENCUENTROS MANO A MANO Y UN RECORRIDO LABERÍNTICO GUIADO POR LECTURAS LITERARIAS.

Eugenia Almeida y María Teresa Andruetto, de Córdoba, Mariana Enriquez, Eduardo Sacheri y Luis Chitarroni, o Eliana Drajer y Jaime Correas, de Mendoza son algunos de los 25 autores invitados al evento literario que esta edición recalará en la ciudad del Cañón del Atuel para acercar la lectura al gran público y con la intención de unir el universo cultural local con el resto del país.


En una rueda de prensa en la librería Eterna Cadencia acompañada por el equipo organizador, la directora del Filba, Gabriela Adamo, explicó la complejidad de poner a la literatura, "algo tan íntimo y que se hace tan a solas", en un primer plano y desde ese lugar diseñar una agenda que incluya "el contexto social sin que se vuelva ni algo académico ni algo del todo banal".


Con esa impronta, durante cuatro días y en cinco sedes distintas, el Filba desarrollará una nutrida programación de paneles, espectáculos, talleres, encuentros personales con autores, una noche de poesía o un recorrido literario que invitará a perderse en un laberinto, y al igual que el año pasado en Mar del Plata, sumará al Filbita (para los más chicos) y dos espacios destinados a docentes y bibliotecarios.


La quinta edición será inaugurada por el escritor Eduardo Belgrano Rawson que hablará sobre "La pasión de contar", el jueves en la Plaza San Martín, pero esa será solo una de las citas más singulares del festival porque cada día desde la mañana hasta la noche habrá también encuentro de poesía, cata de libros, música, lecturas y hacia el cierre la ya tradicional bitácora, en la que escritores leerán textos escritos especialmente durante el evento.


"Cuando llegas a un lugar y empezás a tirar de un piolín salen muchas ideas, San Rafael nos esperó con muchas ganas y la verdad es que son cuatro días en los que tratamos, en la medida de lo posible, satisfacer las demandas y ojalá dejar cosas que después puedan mantenerse, continuarse, que queden semillas bien plantadas", señaló Adamo sobre la propuesta que de Azul, Santa Fe y Mar del Plata el 7 desembarca en la ciudad mendocina.


Y llega, precisamente, a la provincia natal del autor de "Zama", el periodista y escritor Antonio Di Benedetto. Para celebrarlo habrá una actividad de lectura y música en la que siete autores compartirán sus fragmentos preferidos y estará también el panel "La palabra que acecha" a cargo de Gabriela Massuh, Luis Chitarroni y Jaime Correas.


Y como Di Benedetto, otro hilo que recorre el programa es el concepto de frontera, tan presente en esa provincia cordillerana, de viñedos y a pasitos de Chile: fronteras literarias, biográficas, geográficas, sociales, políticas, lingüisticas, naturales. Sobre estas últimas versará el intercambio epistolar entre Oliverio Coelho y el mendocino Gabriel Dalla Torre, quienes reflexionarán sobre los vínculos entre cultura y naturaleza.


En palabras de Adamo, Mendoza es un lugar con "una presencia muy fuerte de la historia, el Cruce de Los Andes y San Martín están en cada esquina, la relación muy cercana con Chile es algo que podría manifestarse en la literatura de una manera riquísima porque es un cruce de mentalidades y de lenguas, algo que muchas veces queda circunscripto en el lugar y el resto del país jamás se entera".


Es precisamente ahí, destacó en diálogo con Télam, donde "tratamos de armar un entramado para ayudar a que circule la producción local". Y si de aportar se trata, otra falta que le hicieron saber los mendocinos sucede en materia de gestión cultural: "Encontramos una gran tensión entre mucha gente que escribe y no tiene posibilidad de publicar".


Con esto en vista, por primera vez realizarán una suerte de reunión de trabajo con editores, libreros y gestores para generar un pequeño diagnóstico de la situación y empezar a pensar soluciones. "Cuando hicimos el primer viaje a San Rafael apareció este tema y nos pareció que era un aporte concreto que podíamos traer, la sensación es que no hay nada, más allá del sello muy bueno de la editorial de la Universidad, la Municipalidad y otra local pequeña".


Además de las casi 30 actividades que pretenden acercar la experiencia de la lectura al gran público, esta edición también desarrollará una reunión de bibliotecarios junto con la Conabip y un Encuentro para Docentes que más que ofrecer un recetario para las aulas convocará a la experiencia de hablar sobre libros con escritores que sobre todo son lectores.


Al igual que el año pasado, el Filbita se sumará a la programación del evento nacional los 9 y 10 de abril con actividades lúdicas, lecturas, intervenciones poéticas, talleres y la participación especial de Maria Teresa Andruetto para el cierre. Y a mitad de camino entre chicos y grandes, para los adolescentes, Eduardo Sacheri contagiará sus libros de juventud y el entusiasmo por la lectura a esa generación intermedia.


Organizado por la Fundación Filba y esta edición con un consejo asesor conformado por Gabriela Massuh, Iván Moisseff y Hernán Ronsino, el festival de literatura Filba nacional en San Rafael se extenderá del 7 al 10 de abril y la programación completa se encuentra disponible en la página web www.filba.org.ar

[De: http://www.telam.com.ar/notas/201603/139660-filba-nacional-san-rafael-antonio-di-benedetto.html]